
En tiempos en que el sector manufacturero MADE IN CHINA está dando muestras de declive el flujo de dinero proveniente del gigante asiático hacia América Latina sigue siendo fuerte y caudaloso.
Y no parece que esto vaya a parar en lo inmediato: al igual que en África o en el este de Asia, donde China tiene importantes inversiones, América Latina le está dando acceso a materias primas necesarias para impulsar su crecimiento.
China es percibida por los latinoamericanos como un actor pragmático, con mayor interés en lo económico que en lo político.
"(En América Latina) no están preocupados porque China vaya a aprovechar su creciente influencia en la región para influir en las políticas locales, reclutar socios para sus objetivos globales, o para competir con EE.UU. por posibles aliados", sostiene el artículo del China Policy Review, escrito por Peter Hakim y Margaret Myers.
Luis Palma Cané dice que hasta el año pasado las inversiones directas chinas en la región se orientaban básicamente hacia el comercio y la búsqueda de recursos naturales primarios. Pero esto está cambiando, en parte.
A ese esquema, que no ha sido dejado de lado, se le han agregado la inversión en obras de infraestructura, bien mediante licitaciones, bien mediante acuerdos privados entre los gobiernos con financiación del gobierno chino y participación de empresas chinas", explica Palma Cané.
"Con respecto a la inversión externa, obviamente lo que está buscando es trabajo para las empresas chinas de ingeniería, aunque también hay una estrategia geopolítica, que es tener un peso económico en América Latina".
En Nicaragua, por ejemplo, China está financiando la construcción de un canal interoceánico que vendría a competir directamente con el de Panamá.